Quizá resulte estúpido que en un festival de Venecia tan superlativo en lo cinematográfico como está siendo este los flashes se disparen frenéticamente al paso de Georgina, celebridad que es pareja del futbolista Cristiano Ronaldo y famosa por obra y gracia de un docureality y diferentes publicidades y promociones en revistas de tendencias o del cuore. Quizá resulte estúpido pero la vida es así y tampoco es nuevo este fenómeno de confluencia entre el puro cine y el chafardeo.
Cumplida la obligación informativa de poner al tanto de la cultura pop al personal, volvamos al cine y digamos que Venecia está siendo un fabuloso festín. Abrió con La Grazia de Paolo Torrentino, que entusiasmó. Hubo ovación para Jay Kelly, lo nuevo de Noach Baumbach con George Clooney y Adam Sandler. Y ovación también recibió Father Mother Sister Brother de Jim Jarmusch, protagonizada por Cate Blanchet. Una pieza del gran genio del indie, superviviente de otros tiempos.
Otro triunfo fue el de Julia Roberts con su trabajo en After the hunt de Luca Guadagnino. La película no ha convencido del todo pero admite la crítica su interés y, sobre todo, el despliegue de talento de Julia Roberts, tan lejos ya de esa etiqueta tonta que fue la de novia de América.
Y se aplaudió con ganas a Jude Law convertido en el mismísimo Putin. La crítica asegura que El mago del Kremlin, dirigida por el francés Olivier Assayas, contiene uno de los mejores trabajos del actor.
Menos suerte ha tenido el Frankenstein de Guillermo del Toro, una película en la que hay (dice la crítica) elementos interesantes pero que peca de irregular.
Y una reaparición en Venecia, la de Kevin Spacey, que vuelve como director con Holiguards Saga: The Portal Force.
Y luego, cómo no, el interminable desfile en las alfombras rojas: Alicia Vikander, Suki Waterhouse, Tilda Swinton…
Y en el horizonte, el genocidio de Palestina. En medio del oropel, siempre hay alguien que recuerda el matirio palestino y pide la paz. En este caso, el cantautor italiano Piero Pelú fue quien ondeó la bandera correspondiente.
Georgina, en cambio, exhibió su anillo de compromiso, una piedra inmensa de brillos fulgurantes. Otro modo de ver el mundo.